Ayudando a otros

Isaías 42:3 “No quebrará la caña cascada, ni apagará el pábilo que humeare; por medio de la verdad traerá justicia.”

A veces cuando no entiendo el significado de un versículo trato de leerlo varias veces y hasta memorizarlo, a ver si lo comprendo.
Le aseguro que este versículo lo leí…, lo memorice…., pero por mucho tiempo no se me encendió ni una chispita.
Hasta que, en un libro que estaba ojeando ¡encontré la punta del ovillo! Me quede con la boca abierta al entender el tesoro que Dios escondió en esta cita.
Habla de algunas actitudes que tendría Jesús, nuestro amado Maestro, al vivir sobre esta Tierra.
La primera, “no quebrara la caña cascada”, nos habla de la actitud restauradora que tendría Jesús  hacia la gente. Se encontraría con muchas “cañas cascadas”, gente lastimada y marcada por la vida a la que trataría de ayudar y nunca quebrarla. De hecho, eso fue lo que hizo. A quien pudo sano, consoló, perdono, libero, ¡¡¡Huau!!! ¡Que ejemplo!
¿Y cuantas “cañas cascadas” se nos cruzan en el camino?, Muchas, ¿verdad? Gente golpeada por las malas decisiones, hechos desgraciados o malas experiencias que necesitan nuestro cuidado y comprensión. No las juzgues, no las quebrantes, ayúdalas!
Preséntales a Cristo, la Única Verdad Eterna para que encuentren el rumbo correcto y sean felices.
Tú y yo hemos reemplazado a Cristo en la posta, seamos restauradores de ¡¡¡“cañas cascadas”!!!
La Biblia nos habla, en este versículo, que otra de las actitudes de Cristo en la Tierra seria “No apagar el pabilo que humeare”, y en una de sus preciosas enseñanzas a los discípulos les dice  que ellos eran la luz del mundo, y que jamás deberían apagar su luz ni esconderla. Por carácter transitivo nos dice lo mismo a nosotros, ¡somos la luz del mundo!
Pero sabe que a veces las “velas” se apagan, y quedan humeando. Son cristianos que perdieron el entusiasmo, o se ahogaron en las preocupaciones, o quizás se enredaron en una tentación y quedaron atrapados en ella. Quedaron como “pabilos que humean”, con su llama casi extinguida.
El Señor nos dice: No apagues el pabilo que humea! Trata de volver a encenderlo!  Tú que tienes tu mecha encendida.
Una llamada, un email, una palmada, una oración, una tarjeta, una visita pueden ayudar a encender la mecha. ¡Así de sencillo!
Seguramente hay un cristiano “humeante” que necesita de ti.   
Rompe con el sistema egoísta de este mundo y haz algo por tu hermano,
Recuerda que mientras hay “humo” ¡hay esperanza!

Pra. Lidia Diaz

 

 

 

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